sábado, 14 de agosto de 2021

CAPÍTULO 15

 Mari Choni estaba sentada en la terracita del bar del barrio con su grupo de amigas. Todas iban teñidas de rubio, con esas raíces oscuras que delatan el verdadero color del pelo de las mujercillas. 

-Y lo que me costó convencer a la Trini de que se vacunara, que se le había metido en la cabeza que no y que no, oyes hasta que le dije que iba a matar a sus padres y a la abuela y que si no se vacunaba no le hablaba más en la puta vida. 

-Es que hay que ser idiota para no pincharse. Total, si no pasa nada; bueno, yo tuve 40 de fiebre, cagaleras, no podía con mi alma hasta una semana después, la regla me vino tres veces ese mes pero oye, que no pasa  pa los beneficios que tiene, que lo dice la Belén Esteban en "Sálvame". 

Mari Choni encendió un cigarrillo. Le costó un poco dar al botón del mechero porque las uñas largas al estilo "la Rosalía" eran un coñazo; de moda estarían, pero eran un verdadero coñazo. Dio una calada honda; en el filtro quedaron marcados sus labios pintados con tres capas de color carmín extreme

Y entonces la sintió: esa punzada en el pecho, ese dolor que había sido nada, unos pinchacitos a la altura del corazón unos días antes, pero que ahora era como si le clavaran un puñal en carnes vivas. 

-Mari Choni, ¿qué te pasa, guapi? 

Pero Mari Choni no sabía lo que le pasaba, ni lo sabría nunca. Lo último que vio antes de morir fueron los dibujitos del mantel de papel donde fue a parar su rostro cuando se desplomó. 

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