viernes, 20 de agosto de 2021

CAPÍTULO 21

 - ¿Y ahora qué haremos? 

Los renegados contemplaban el atardecer desde las montañas, que se iban tiñendo de una luz anaranjada. 

-Todo - dijo LaBola. - Todo lo que queramos o podamos hacer. En nuestras manos está el Segundo Origen. Hemos aprendido mucho como Humanidad: ahora se trata de escoger entre lo bueno y lo malo, apartar los errores y vivir. Estamos en disposición de empezar de cero. La civilización actual ha sido un error; ha gestado un Fin del Mundo y nosotros hemos sido testigos de ello. Pero ahora, conociendo el pasado, vamos a enmendar el futuro construyendo el presente con una premisa que no debemos olvidar jamás: la libertad del individuo basada en el conocimiento, la cultura y la bondad. ¡Podemos hacerlo! 

-Ardua tarea - susurró Wan. 

-No sólo podemos hacerlo, sino que no nos queda otra - sonrió LaBola intentando infundir ánimos en sus compañeros. 

El que había sido President de la Generalitat se levantó:

-¡Podemos declarar la independència de Catalunya! Un país nuevo, nacido de la concordia, la sostenibilidad, la resiliencia, el  respeto al medio ambiente y la eco... 

-Tu tiempo ya pasó, Aragonès; el tuyo y el de todos los politicastros que habéis detentado un poder que no os correspondía. - LaBola miró hacia el sol que ahora daba al ocaso de las laderas un color rosado. - Zenutrio, déjame tu Biblia. Porque tal vez muchos no lo sepáis, pero el Apocalipsis acaba bien. 

LaBola abrió la Biblia por el último libro del Nuevo Testamento y leyó:

"Vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido y el mar no existía ya. " 

"Y me mostró un río de agua de vida clara como el cristal que salía del trono de Dios y del Cordero. En medio de la calle y a un lado y otro del río había un árbol de vida que daba doce frutos, cada fruto en su mes, y las hojas del árbol eran saludables para las naciones. No habrá ya maldición alguna y el trono de Dios y del Cordero estará en ella y sus siervos le servirán y, verán su rostro, y llevarán su nombre sobre la frente. No habrá ya noche ni tendrán necesidad de luz de antorcha ni de luz del sol porque el Señor Dios los alumbrará y reinarán por los siglos de los siglos."


         FIN

jueves, 19 de agosto de 2021

CAPÍTULO 20

 Monasterio de Santa Maria de Serrateix. Berguedà.

Argimon observaba al boqueante Pitjà. Habían decidido refugiarse en el Monasterio de Santa María de Serrateix, emblemático lugar cuna de Catalunya, que había sido abadía benedictina. 

-Nos equivocamos - balbuceaba Pitjà. - Yo confié... 

Argimon tomó la mano de su agonizante colega. 

-¿Sabes que el vulgo te llama "mossèn  pandèmies"? 

Pitjà sonrío:

- Podría haber sido peor... 

- Hubieras sido un buen conseller de salud si hubieses sido militante de Esquerra Republicana en lugar de ser simpatizante de Junts x Cat. No fue una jugada maestra, Oriol. 

Un acceso de tos hizo que Pitjà se doblara sobre sí mismo. Se ahogaba. 

-Nos equivocamos todos y no hemos llegado a tiempo... tiempo. Nunca lo tuvimos. Nunca. 

Argimon contempló los retratos de los presidentes de la Generalitat que colgaban de las paredes de la sala. Él hubiera podido ser el 33 presidente, él hubiera sido mucho mejor que todos ellos... pero ya no había tiempo. 

Entre unos últimos estertores, Pitjà expiró. 

Argimon notó cómo ese ardor que hacía horas anidaba en sus pulmones ascendía hacia la tráquea. Tosió y esputó sangre. 

Arrancó un cortinaje de terciopelo rojo de una de las paredes y cubrió con él el cadáver de Pitjà. Descendió a la cripta; allí abajo, los sarcófagos de algunos de los principales próceres de Catalunya desde los tiempos más remotos guardaban un silencio dos veces milenario. Esas arcas de piedra sí que retenían el tiempo. El tiempo del Origen. El tiempo de la Dinastía Primordial: el conde Miró, la condesa Ava... 

-Vosotros tenéis el tiempo y aquí descansaré para siempre. 

Argimon se tendió sobre el suelo desnudo bajo el sarcófago que albergaba al conde Oliva Cabreta, nieto de Guifré el Pilós. Puso sus manos sobre el pecho y cerró los ojos. 

Su tiempo había terminado. 

miércoles, 18 de agosto de 2021

CAPÍTULO 19

 Un helicóptero aterrizó en el prado. De él salieron varios hombres. Uno de ellos mostraba una enorme sonrisa.

Frank fue el primero en reconocerlo. 

-¡Doctor de Benito! - y se lanzó a abrazarlo.

-¡Hola pingüinos! Os veo fenomenal.

-¿Trae noticias?

-Traigo una que os va a gustar. Han detenido al doctor Cangallo y a todos los que trabajaban para Pifier. Y hemos podido saber la verdad.

Se hizo el silencio. De Benito dejó de sonreír.

- Veréis: en las células, el ARN mensajero no está solo, sino que se rodea de unos pequeños péptidos catiónicos que ayudan a que los loops o lazos que se forman en la cadena de nucleótidos cuando bases complementarias se encuentran frente a frente sean más estables. Esto confiere al ARN mensajero una estructura perdurable que no se degrada con tanta facilidad como suponían los desarrolladores de Pifier. Los ensayos fueron demasiado rápido y hay cosas que no comprobaron, de manera que ese ARN mensajero de la vacuna ha tenido un comportamiento totalmente diferente al esperado. Hay un péptido, en concreto formado por cinco aminoácidos, que le permite su transcripción a ADN por una transcriptasa inversa de un herpesvirus que se ancla a él. 

-¿Ha dicho usted cinco aminoácidos? 

-Sí: prolina, arginina, alanina, arginina y arginina. Lo que en la nomenclatura abreviada moderna se lee PRARR. 

-¡Los aminoácidos de Martina! - Rossai corrió hacia donde Martina estaba sentada. - ¡Martina, tenías razón! ¡La secuencia de cinco aminoácidos que tanto te preocupó es la clave! 

Martina no reaccionó. Rossai la cogió por los hombros y la sacudió con ternura. 

-Martina, tenías razón, tenías razón... 

La mujer parpadeó. Miró a Rossai a los ojos. Y una enorme lágrima esférica y traslúcida se formó en su lagrimal derecho. 

-PRARR... 

-Sí Martina, sí. Todos los que te atacaban lo hacían porque eran enemigos, porque sabían que habías llegado a la conclusión correcta... 

La lágrima bajó a plomo y mojó al gato negro que Martina acariciaba en su regazo. Sonrío. Parecía como si despertarse de un sueño. Se secó las lágrimas que se formaban con el revés de su mano. 

-¿De verdad? ¿Hice un buen trabajo? 

-Sí Martina, lo hiciste. 

-Gracias. 

Un fuerte aplauso resonó en el prado. Todos se pusieron en pie. Martina ya no lloraba.

***************

La sede de Pifier estaba tomada por los federales. Pero no encontraron a nadie con vida: todo el personal, que había sido obligado a vacunarse, yacía muerto en los diferentes departamentos. 

Todos muertos menos una persona. 

Encastillada en su despacho, la doctora Amy Berzos contemplaba una orquídea que ofrecía unas bellísimas flores colgando de su soporte de troncos. Llamaron a la puerta. 

-¡FBI, abra, doctora! 

No se había vacunado. El simulacro con la jeringa de aguja retráctil había funcionado a la perfección y toda su plantilla obedeció puesto que había que seguir el ejemplo de la jefa. 

-¡Abra, doctora! 

Suspiró. No había nada que hacer. Abrió la puerta y se entregó. 

Salieron del edificio atravesando el jardín. Alguien había abierto las jaulas de los animales del estabulario, así que ahora el jardín era un hervidero de conejos y macacos que gritaban disfrutando de su nueva libertad. Los ratoncitos albinos correteaban con rapidez entre los tulipanes. 

Esta vez levantaron sus ojitos rojos y, al fin, pudieron ver el cielo. 

martes, 17 de agosto de 2021

CAPÍTULO 18

Cangallo sostenía en su mano un corazón palpitante. Parecía un relieve azteca, de esos que muestran a un sacerdote practicando una incisión con su cuchillo de obsidiana en el pecho del sacrificado para extraer el órgano cardíaco. "Una pasta, una auténtica pasta gansa" - pensó. 

Le pasó el corazón a su compañero, un cirujano especializado en trasplantes. Él no dejaba de ser un modesto urgenciólogo que actuaba en esta ocasión como ayudante de quirófano. 

Por cada renegado capturado se obtenían beneficios increíbles: dos riñones, el hígado troceado gracias a su capacidad de regenerarse, el corazón, las córneas... Cangallo salivaba.

 Además, no estaba vacunado. Estaba tranquilo. Cumplió con el paripé poniendo fotos en Twitter del "pinchazo", aunque una vista aguda podía observar que la jeringa no tenía aguja. Pero la gente era muy crédula. Incluso aceptaron que un posterior análisis de anticuerpos diera negativo. "A veces pasa" - se excusó. 

A pesar de que había empezado en plan negacionista cuando intervenía en la televisión en los programas de Fríker, pronto le sugirieron que el futuro estaba en la colaboración con las autoridades: daba más dinero el miedo que el conocimiento.

Un estruendo interrumpió la intervención quirúrgica. Cangallo pegó un brinco mientras dejaba caer un bisturí. Un equipo de agentes de la Guardia Civil les apuntaba con sus armas. 

-Quedan detenidos. Y a ti, Cangallo, se te acabó el show. 

De entre los agentes avanzó un hombre: el doctor De Benito apareció con su amplia y sincera sonrisa, exclamando:

-¡Hemos vencido, pingüinos! 

Cangallo no pudo reprimir su odio mientras dos agentes lo esposaban:

- De Benito, tú eres... 

No supo qué decir. 

-Mejor trágate tus palabras porque me parece que los hechos hablan por sí mismos. Eres el diablo, Cangallo, y pagarás por lo que has hecho. Dios así lo quiere.

lunes, 16 de agosto de 2021

CAPÍTULO 17

 Los agentes de la Guardia Civil habían montado un campamento en las inmediaciones. Allí reposaron todos los renegados, dentro de las cómodas tiendas de campaña. Dos niños que no habían caído rendidos de sueño preguntaban a los agentes sobre todo lo que veían. 

-Hay que cuidar especialmente a las criaturas. Me informan de que su médula está muy buscada para los trasplantes - dijo el teniente coronel. 

-¿Cómo está la situación? 

-Fatal. Los vacunados están cayendo como moscas. Los hospitales están desbordados. Las residencias de la tercera edad son un drama. Nos llamaron para vaciarlas de ancianos fallecidos, igual que la primera vez, pero es inútil. Ha sido imposible. Ahora sucede con mayor rapidez: unas molestias y a los pocas horas la muerte. Esas vacunas han sido el mayor error de la humanidad. Pero no sólo sucede aquí - y esto es información confidencial, los medios la desconocen: todos los países han registrado ya un descenso de la población del 50%. 

Rou tragó saliva. 

-¿Tanto? 

-Sí, y no parará hasta que se mueran todos los vacunados. Quizás algunos consigan vencer a la vacuna y se regeneren de manera natural; es su última esperanza. 

-La venganza de Gaia - murmuró Wan. 

-Y todo ha sido a causa la codicia humana - prosiguió el teniente coronel. - El virus solamente tenía una letalidad del 2 %. Casi todo el mundo lo pasaba como si fuera un resfriado, pero las farmacéuticas vieron el negocio del milenio y se lanzaron a conseguirlo. Pero les ha salido mal, muy mal. 

-En Barcelona conozco un lugar donde se practican en esos trasplantes - afirmó Frank con determinación. 

-Danos todos los datos que recuerdes. 

-Tenemos un aliado allí dentro, el doctor De Benito. Cuidadle, por favor, es una buena persona. 

-¿De Benito? Pero ¿qué hace el bueno de Luis jugándose el pellejo? - el guardia civil reía con ganas. - No podía ser de otra forma: es un guerrero de Dios.

*******************

"Se suspende la inoculación de la undécima dosis. Todas las citas quedan anuladas. Repito: se suspende la administración de la dosis número 11".

La megafonía ciudadana retruñía sobre el asfalto recalentado de la ciudad, pero nadie la oía. Los cuerpos yacían por todas partes conservando las posiciones que habían dibujado en el momento de caer al suelo. Algunos estaban sentados en los bancos de los parques; otros esperaban inútilmente, exánimes en la parada, la llegada de un autobús. En las entradas de los hospitales la imagen era dantesca: en su afán por acceder al interior, se habían abalanzado unos sobre otros para acabar formando montones de cuerpos informes. En las habitaciones, los aparatos de monitorización emitían pitidos en diferentes notas de la escala musical sin que nadie les hiciera caso.

Un médico, sentado en uno de los escalones de la entrada de Urgencias, se sujetaba la cabeza con las manos. 

-Malditos, lo habéis hecho, en vuestra arrogancia lo habéis hecho... 

Buscó su cartera y extrajo su falsa cartilla de vacunación. La miró con desprecio y la partió en mil pedazos.

domingo, 15 de agosto de 2021

CAPÍTULO 16

-¿Pero tú te aclaras con tanto túnel? - preguntó Wan.

-Sí, sí me aclaro - contestó LaBola.

Habían perdido la cuenta de las horas que llevaban caminadas por el laberinto subterráneo. La buena noticia era que aún no habían detectado señas de posibles polis perseguidores. Los túneles de los cátaros seguían siendo eficaces a pesar del paso de los siglos.

Pero los niños y algunas personas mayores empezaban a ponerse nerviosos. El cansancio y la falta de aire libre y de sol hacían mella. Nuri, la maestra, ya no sabía qué historia inventar para convencer a la chiquillería de que siguiera adelante. Los más pequeñitos, vencidos por el sueño, tenían que ser cargados por adultos.

-¿Falta mucho? - preguntó la maestra.

-Dos divisiones más del laberinto y llegaremos.

Wan animó a los renegados.

-¡Vamos, vamos, ya lo tenemos! ¡Un esfuerzo más! 

Y hablando en voz baja:

-¿En qué punto en concreto saldremos al exterior? 

-Os de Civís - dijo LaBola. - Geográficamente pertenece al Principat d'Andorra, pero un error administrativo muy antiguo dejó al pueblo fuera de la jurisdicción andorrana y es territorio español. Tengo unos amigos allí que nos ayudarán. 

Al fin alcanzaron una placita circular. De ella partían unos escalones tallados en la piedra que ascendían hacia la ansiada superficie. 

-Hemos llegado. 

En ese momento percibieron unos ruidos que procedían de la boca del  túnel que acababan de dejar atrás. Aún eran lejanos, pero no había duda de que algunos de los mossos habían encontrado la opción correcta entre las que les ofrecía el laberinto. 

-No perdamos tiempo, ¡vamos! 

A buen paso subieron la escalera de piedra. Con la luz de su linterna, LaBola iluminó una verja herrumbrosa cubierta de hiedra. Empujó con fuerza y la verja se abrió, dando paso a un bosquecillo de abetos. 

-¡Todos fuera, deprisa, deprisa! 

Avanzaron casi corriendo hasta llegar a un prado de hierba corta. 

-¿Todos bien? 

-Sí, todos estamos bien... 

Y entonces unos potentes focos iluminaron el llano. Las luces de una decena de vehículos todoterreno aparcados ante ellos les hicieron cerrar los ojos, deslumbrados. 

-No... nos han atrapado. 

Un lamento general se extendió entre los renegados. 

Un grupo de agentes estaba de pie ante los coches. La silueta de un hombre fornido destacaba entre todas las demás. 

LaBola se adelantó. Caminó hacia ellos. Y para sorpresa de todos, se fundió en un efusivo abrazo con el corpulento varón. 

-Sabía que estaríais aquí, mi teniente coronel. 

-¡Me encanta que los planes salgan bien, LaBola! La Benemérita nunca falla. 

En efecto, se trataba de un escuadrón de la Guardia Civil. 

-¡Todo OK, muchachos! - LaBola sonreía. - Os presento a Francisco Gálvez Hermoso de Mendoza, teniente coronel de la Benemérita, un viejo amigo. Estamos a salvo. 

-¿Pero ellos no son parte del sistema? -preguntó boquiabierta Marian. 

-Por supuesto que no, amiga - repuso el teniente coronel. - Ni nosotros ni el Ejército nos hemos vacunado. Hay que echarle redaños al asunto. 

De repente, detrás del grupo fugitivo aparecieron varios agentes de los mossos. 

-¡Quedan todos detenidos! ¡Mossos d'esquadra! 

-No tan rápido, mindundis. En este territorio los mossos no tenéis jurisdicción. ¿Veis esta línea que hay en el suelo? - el teniente coronel siguió con el haz de una linterna una marca de cal que separaba el grupo de renegados y la Guardia Civil de los agentes de la BRIMO. - Es la frontera con Andorra. Y la frontera la gestionamos nosotros, la Guardia Civil. Mal que os pese, aquí mando yo - el teniente coronel Francisco Gálvez Hermoso de Mendoza puso los brazos en jarras mientras sonreía con satisfacción - y estos individuos están ahora bajo mi supervisión. ¿Quién de vosotros os manda? 

Un agente de la BRIMO se destacó:

- Yo. 

El teniente coronel puso sus manos sobre los hombros del mosso:

- Y así, entre tú y yo, no quiero ver ni uno de vuestros putos helicópteros sobrevolando la zona, ¿de acuerdo? ¡Pues marchando por donde habéis venido! 


sábado, 14 de agosto de 2021

CAPÍTULO 15

 Mari Choni estaba sentada en la terracita del bar del barrio con su grupo de amigas. Todas iban teñidas de rubio, con esas raíces oscuras que delatan el verdadero color del pelo de las mujercillas. 

-Y lo que me costó convencer a la Trini de que se vacunara, que se le había metido en la cabeza que no y que no, oyes hasta que le dije que iba a matar a sus padres y a la abuela y que si no se vacunaba no le hablaba más en la puta vida. 

-Es que hay que ser idiota para no pincharse. Total, si no pasa nada; bueno, yo tuve 40 de fiebre, cagaleras, no podía con mi alma hasta una semana después, la regla me vino tres veces ese mes pero oye, que no pasa  pa los beneficios que tiene, que lo dice la Belén Esteban en "Sálvame". 

Mari Choni encendió un cigarrillo. Le costó un poco dar al botón del mechero porque las uñas largas al estilo "la Rosalía" eran un coñazo; de moda estarían, pero eran un verdadero coñazo. Dio una calada honda; en el filtro quedaron marcados sus labios pintados con tres capas de color carmín extreme

Y entonces la sintió: esa punzada en el pecho, ese dolor que había sido nada, unos pinchacitos a la altura del corazón unos días antes, pero que ahora era como si le clavaran un puñal en carnes vivas. 

-Mari Choni, ¿qué te pasa, guapi? 

Pero Mari Choni no sabía lo que le pasaba, ni lo sabría nunca. Lo último que vio antes de morir fueron los dibujitos del mantel de papel donde fue a parar su rostro cuando se desplomó. 

viernes, 13 de agosto de 2021

CAPÍTULO 14

 Un silbido sonó a la entrada del valle. 

-¡Es Frank, ha vuelto! 

Un nutrido grupo de renegados madrugadores salió a su paso para darle la bienvenida. Estaba amaneciendo. 

La noticia se extendió por el poblado. A los pocos minutos se sentaron todos en la placita de reuniones. Frank, de pie en un extremo de la Asamblea, empezó a explicar su aventura. Todos escucharon atentos. Y a medida que Frank iba narrando lo sucedido, se fueron indignando. 

-No se puede hacer nada sin el carnet de vacunación. No se admite dinero en efectivo. Cualquier gestión es telemática. 

-Control total - dijo Abel, mirando al suelo. 

-1984 - Noa cogió una piedra y la lanzó con rabia hacia la montaña. 

-Entre el gobierno del Mal hay islitas de esperanza. El doctor De Benito está ayudando a escapar a quienes son engañados para sacarles la médula... 

-De Benito, el médico bueno - Rossai juntó las manos a la altura del pecho en señal de agradecimiento. 

Frank no sabía cómo comunicarles la sospecha final. 

-El problema es que un convoy de los Mossos ha enfilado hacia aquí. Ahora están en Talarn, pero no sé, no me gusta, habrá que estar atentos...

El sol se había levantado sobre el horizonte, aunque sus rayos aún no alcanzaban el fondo del barranco. En ese momento, el ruido de un helicóptero resonó entre los acantilados. 

-¡Escondéos, escondéos, vienen a por nosotros! 

Un potente foco salido de la panza del helicóptero iba recorriendo el barranco.

-¡Mierda, mierda, mierda, todos al túnel, al túnel! - bramó Abel. 

LaBola subió al aprisco de las cabras y abrió la puerta del corral. Ellas y las gallinas no tendrían problemas para sobrevivir. Todos corrieron a recoger las pocas pertenencias de valor que pudieran transportar. Los niños estaban ya entrenados gracias a los simulacros de evacuación que habían realizado periódicamente y para ellos aquello era una actividad lúdica más, así que en pocos minutos todos los renegados fueron desapareciendo del alcance del helicóptero. Todos iban siendo tragados por la boca de un túnel escondido a pocos metros de la plaza de reunión. 

Cuando todos estuvieron dentro del túnel, los más fuertes bloquearon la entrada con una enorme piedra. La roca tenía unas hendiduras que encajaron a la perfección en unos pivotes del suelo al hacerla rodar: quedó anclada. Unos pasos más adelante se amontonaban provisiones que estaban preparadas para ser transportadas en mochilitas. Cada uno cogió una y se la colocó en la espalda. Había también luces frontales, mecheros y linternas. 

-Aunque la piedra es grande y ha quedado perfectamente encajada, la bofia no tendrá problemas para dinamitarla si es preciso, así que ¡en marcha! 

Con paso ligero fueron avanzando por el túnel. Hacía frío dentro. El techo del pasadizo era bajo, de piedras talladas de forma irregular, pero la marcha resultaba cómoda. 

Anduvieron unos 500 metros cuando llegaron a una bifurcación. 

-A la izquierda - dijo LaBola. - Sobre todo, los que vayáis los últimos supervisad que no quede ningún rastro que delate la opción que hemos tomado. 

El suelo de piedra viva no retenía ninguna huella de pasos, pero algún resto, papelillo, jirón de ropa podría dar una pista a los polis. 

Llegaron a otra división del túnel. Esta vez se ofrecían tres opciones. 

-Fantástico - dijo Abel -, es un laberinto. 

-Nuestros amigos los cátaros nos dejaron una excelente red de caminos, unos por la superficie y otros subterráneos. Os recuerdo que a ellos los querían quemar en las hogueras inquisitoriales, así que tuvieron que agudizar mucho el ingenio. Y a quienes nos gusta la historia medieval nos han dejado un legado muy valioso. Y útil. Es el de la derecha - LaBola señaló la boca oscura a su diestra. 

A los 200 metros, otra bifurcación. 

-Si la bofia revienta la entrada, se harán un lío - dijo Rou. 

-De esto se trata. Aunque vengan varios maderos, tendrán que dividirse para explorar todas las opciones. 

-¿Qué longitud tiene la red de túneles? - preguntó Marian. 

-Depende de adónde quieras llegar - respondió de manera enigmática LaBola. 

-¿Eso no se lo dice el Gato de Cheshire a Alicia en el País de las Maravillas? 

-Sí, Viscoelástica, y es verdad. La red subterránea atraviesa todo el Pirineo. Montsegur, Rennes-le-Ch^ateau... nosotros intentaremos llegar a Os de Civís. 

Abel la cogió del brazo y le susurró al oído:

-¿Te das cuenta de que hagamos lo que hagamos estamos perdidos? 

-Moriré matando, Abel, y lo sabes. Y además hay una esperanza. 

-Dime cual es, necesito escuchar algo así.

 Bajaron aún más la voz para que ninguno de quienes les seguían les escucharse. 

-El remedio ha sido peor que la enfermedad. Por lo que dice Frank, necesitan como sea localizar a los "puros". Es curioso: puros es como llamaban a los cátaros en Occitània - sonrío para sí. - Si necesitan médula limpia, eso significa que la proteína de la espícula S ya ha empezado su labor priónica. A los vacunados no les queda mucho tiempo de vida. 

-Y entonces, "los últimos serán los primeros"... 

-Sí. Los repudiados, los apestados, los leprosos, seremos la Nueva Humanidad. 

jueves, 12 de agosto de 2021

CAPÍTULO 13

 Frank salió por la puerta del túnel que lo llevó del sótano a la calle Entença. Justo delante, encontró aparcada la moto que le había indicado el doctor De Benito. En el portaequipajes encontró un casco. Se lo colocó, montó y la puso en marcha. 

Prudencia, con mucha prudencia para no cometer ninguna infracción, puso rumbo a la Diagonal. Dejaba atrás la urbe inhabitable. Miraba a la gente caminar, autómatas sin alma que habían aceptado todas las normas que el Poder había querido imponerles, policías de sí mismos y del prójimo, delatores, cobardes. Enfiló la A2. El sol poniente era rojo y globular, oblongo y fatigado, rodeado de esa bruma azulada que flotaba siempre en Barcelona a pesar de las imposiciones medioambientales, como un flujo que exudaba de la propia decadencia humana. 

Vigilaba escrupulosamente para mantenerse por debajo de la velocidad máxima permitida. Iba adelantando a vehículos más lentos: furgonetas de reparto, algún camión cargado con contenedores de reciclaje. Al oeste, siempre hacia el oeste. 

De repente, a la altura de Cervera, se encontró con un convoy de los Mossos d'esquadra. De manera instintiva apretó la palanca del freno. Se serenó con rapidez: ninguna maniobra brusca, ninguna acción que delatara nerviosismo. El convoy formado por las furgonetas antidisturbios de las BRIMO avanzaba a poca velocidad. Frank aceleró y les adelantó. Quiso contar las furgonetas, pero su atención se centró en adelantarlas sin cometer ningún error. ¿A dónde iban y que tenían pensado hacer? Tuvo una mala sensación en la boca del estómago. Se tranquilizó pensando que era hambre y sed. 

Decidió parar al llegar a las afueras de Tremp, en un descampado que antes fue el aparcamiento de un centro comercial ahora abandonado. Sacó de la bolsa los bocadillos y las latas de refresco que le diese De Benito; pensó que no le entraría ni un bocado, pero después del segundo mordisco comprendió que su estómago admitiría más cantidad de materia de la que había supuesto. 

Se tomó su tiempo. Ya era de noche, pero la luna llena daba suficiente luz para identificar todo el paisaje a media distancia. Canturreó el "Born to be wild". 

Y entonces las vio: unas luces blancas en línea avanzaban por la carretera. El convoy de los Mossos había seguido la misma ruta que él. Observó con atención, con las pulsaciones en aumento, cómo se desviaban hacia la carretera que llevaba a la base militar de Talarn. Iban a acampar allí, a buen seguro, para pasar la noche. Eso le permitía  llegar al poblado rebelde y dar aviso a sus compañeros. 

Se puso en marcha.

miércoles, 11 de agosto de 2021

CAPÍTULO 12

 Generalitat de Catalunya.

Argimon recibió en su despacho a Oriol Pitjà. No confiaba en aquel médico que había intentado sin éxito infiltrarse en la política catalana, pero las órdenes de la doctora Berzos eran indiscutibles: había que acelerar el proceso de extracción de médula y para ello era imprescindible localizar a los renegados no vacunados. 

Se estrecharon las manos de esa manera blanda que usan algunas personas y que transmite escasa fiabilidad. 

- Espero que haya tenido un buen viaje, Oriol. 

-Sí sí, muy bueno - dijo el médico con aquella sonrisa invertida que le caracterizaba y que le daba un aspecto de insatisfacción permanente. 

- Estamos captando a todos los que acceden a presentarse de manera voluntaria, pero no será suficiente - dijo Argimon. Miró un mapa de Catalunya colgado en la pared. - Están dispersos por toda la geografía catalana, en núcleos pequeños. Con las Brigadas Móviles de los Mossos los capturaremos con facilidad, aunque tardaremos un tiempo.

 Pitjà se preguntaba si Argimon estaba al tanto de toda la operación desarrollada por Pifier. Aquel hombre alto, enjuto y con una permanente expresión de mala leche mezclada con prepotencia era una muralla que no dejaba traslucir ninguna emoción que pareciera sincera. 

-Vamos a empezar por la provincia de Lleida. Las zonas montañosas son ideales para los nidos de rebeldes. Ya se escondieron allí los cátaros en la Edad Media y no les sirvió de nada - el Conseller de Salut clavó con rabia una chincheta roja sobre La Pobla de Segur. 

Un hombre vestido de mosso d'esquadra entró en el despacho sin llamar. El mayor Trapero, con su eterno rostro inexpresivo, no saludó. 

- Las BRIMO están listas. Empezaremos recorriendo de sur a norte los valles de los principales ríos: el Llobregat, el Segre, la Noguera Pallaresa y la Noguera Ribagorzana - iba señalando las localizaciones en el mapa. - Peinaremos Catalunya palmo a palmo. 

Pitjà se dio cuenta de que el mayor lucía un pin multicolor en la solapa de su camisa azul, justo al lado del institucional de la Generalitat.

 Agenda 2030. 

-Las unidades están listas. Salimos a las 20 pm - miró su reloj. - En media hora.

martes, 10 de agosto de 2021

CAPÍTULO 11

 Frank intentaba mantener la calma. Concentró su atención en el análisis de todos y cada uno de los objetos que formaban parte de aquella habitación. Le inquietaban los armarios llenos de cajas de cartón que suponía repletas de todo tipo de sustancias de enigmáticos efectos sobre el organismo. 

La puerta volvió a abrirse. Una persona enfundada en un equipo de protección individual entró con prisa empujando una camilla. Esperó a que la puerta se cerrara y se quitó la escafandra: un rostro afable aunque no exento de determinación le sonrío. 

-¡Hola pingüino! 

- ¡Doctor De Benito! ¿Pero qué hace usted aquí? 

-He venido a salvarte, hijo. Así que no perdamos tiempo. Te lo explicaré cuando estemos fuera de aquí. 

Abrió los cierres que mantenían preso a Frank a la silla con una llave electrónica. 

-Ahora colócate en la camilla y hazte el inconsciente. Es muy importante que te mantengas así durante todo el trayecto hasta que te saque de aquí. 

Frank se tendió en la camilla. El doctor De Benito se colocó de nuevo la escafandra y empujó la camilla hacia la salida. 

El recorrido por varios pasillos acabó frente a la puerta de un montacargas. De Benito pulsó un botón y descendieron a los sótanos. El montacargas se detuvo. De Benito empujó la camilla y salieron a una oscura placilla subterránea, apenas iluminada por unas somnolientas y verdosas luces de seguridad. 

-Listo, estamos en el sótano. Ven. 

Frank saltó de la camilla y con paso ligero alcanzaron una puerta de servicio. De Benito la empujó y un largo y oscuro pasillo se abrió ante ellos. 

-Toma este mechero para alumbrarte. Si caminas unos 500 metros llegarás a una salida de emergencia. Saldrás a la calle Entença. 

Bajó la cremallera de su EPI y entregó a Frank una bolsa con algunos botellines de refresco, tres bocadillos y un llavero. 

-Son las llaves de una motocicleta. Justo enfrente de la salida, en una plaza de parking de la Zona Azul encontrarás una moto aparcada. No pares hasta que salgas de Barcelona - y dando un fuerte abrazo a Frank añadió: - No dejéis que os atrapen. 

- Pero usted... 

- Yo tengo que quedarme aquí para salvar todas las vidas que pueda. ¡Debo ayudar a los pingüinos! Tengo un aliado especial: gozo de la protección de Dios, que ya dijo en Isaías 54, 15: "si te atacare alguno, no será de parte mía y quien te ataque caerá ante ti."

Frank abrazó otra vez al buen doctor que tan vehementemente había defendido siempre a los pacientes frente a los abusos del sistema. 

- ¡Y sonríe, pingüino, sonríe! 

Frank se introdujo en el túnel. Volvería al campamento de inmediato. Ya había visto suficiente. 

lunes, 9 de agosto de 2021

CAPÍTULO 10

 Sobre la mesa del quirófano, Ricard era ya solamente un cuerpo vacío. El doctor Cangallo había extraído su médula ósea con deleite. Uno a uno había retirado también todos los órganos y tejidos susceptibles de ser trasplantados: riñones, hígado, corazón, córneas... 

- Reconozco que es duro a veces - le dijo su ayudante. 

- Yo de ti procuraría no ir diciendo esas cosas por ahí. Hay personas, en especial las que nos pagan, a quienes no les gustaría escuchar ese tipo de consideraciones morales - Cangallo le miró a los ojos. El ayudante bajó la vista y pensó que más valía que se guardara sus pensamientos para sí mismo. 

- Órdenes son órdenes, y si además de extraer la médula se puede ganar más dinero con los órganos para trasplantar, ancha es Castilla - Cangallo pensó que introduciría el tema del trasplante de órganos en tiempos de coronavirus en sus programas de las cadenas de televisión La Secta y Telecirco; un especial con su amigo Friker Jimenez en su canal de pago tampoco estaría de más. 

Haber entrado a formar parte de la plantilla médica de Pifier había sido un pelotazo. Además de trabajar para este laboratorio, el doctor Cangallo se había hecho rico gracias a sus Frislis, unas láminas de silicona de colores que tenían múltiples funciones. Empezaron siendo protectores para zonas que debían ser tocadas por los labios, como vasos y copas, pero la variedad de artículos continuó y aparecieron Frislis para enfundar cuellos de botellas, cucharas, tenedores y todo tipo de utensilios de cocina. El summum del desarrollo del producto había llegado con los Frislis protectores de los labios vaginales en los peligrosos momentos del cunnilingus y con los Frislis de pene para las felaciones. Cangallo se había hecho de oro. 

Dejaron al paciente exprimido y muerto en su soledad final. Salieron del quirófano y caminaron por un corto pasillo hasta llegar a una puerta con el letrero "Máxima seguridad" en letras rojas. La puerta se abrió automáticamente. Entraron en una antesala donde debían realizar todo el protocolo de colocación del equipo de protección individual. 

En unos pequeños cubículos, varias personas de aspecto macilento y vestidas con batas de hospital esperaban su turno para recibir su trasplante de médula. Habían pasado por un proceso de quimioterapia dura para suprimir al máximo el número de células en las cuales el ARN mensajero de la vacuna hubiera conseguido insertarse con eficacia. El siguiente paso era recibir la médula regenerante de un donante. Sin preguntas. 

- Acabamos de hacer lo peor y ahora nos consolaremos haciendo lo mejor. Yin y Yang, polaridad. Es lo que tiene trabajar en las trincheras - dijo Cangallo. 

Accedieron a un quirófano. Un hombre estaba tendido en la camilla, anestesiado. Los potentes focos daban a la escena un resplandor divinal.

- Un poco mayor ya, ¿no? 

- El emérito quiso ser de los primeros en vacunarse y será de los primeros en regenerarse. Por un buen amigo se hace lo que sea - dijo el doctor Cangallo. - Ha sido y es un toro, casi al nivel de Ramsés II, que vivió más allá de lo razonable en aquellos tiempos faraónicos. Pensábamos que no resistiría el proceso de "limpieza" con la quimio, pero ahí sigue. Por lo visto, él y su hijo están muy bien posicionados respecto a algunos asuntos que, por cierto, no son de tu incumbencia; ¡ni de la mía! Manos a la obra. 

Aquella mañana había varias operaciones de trasplante de médula programadas. La siguiente les deparó una sorpresa. 

-¡Miguel Bosé! 

-Nunca digas de este agua no beberé ni con esta vacuna no me pinché. Aunque seas el rey de los negacionistas. 

Cangallo río con ganas.